miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡Deslizate!


Si a la memoria quiere volver algún recuerdo, que vuelva. Que vuelva y me mate, porque no quiero recordar, ni quiero volver a recordar, ni quiero volver a vivirte y a tenerte. ¿No me ataques más! ¿No ves que estoy sufriendo? Sos el recuerdo que me vive y me mata cada día, y el día anterior, y el anterior al anterior, y todos los otros. Como si estuviera en el medio del mar, me atrapa me hunde y me ahoga tu voz, tu propia voz. ¿Cómo podés hacerme esto? ¿No te importa? ¿No te interesa? Quizás te importa y te interesa pero no lo ves, ¿O lo ves? ¿O no querés?.
No quiero más el aceite de tus ojos, de tu pelo, de tu piel ni de tu sexo, no de este modo tan vulgar. El aceite me empalaga, y no se mezcla con el agua, ni siquiera si es de mar. De mar, del mar, del mal, del malentendido que está surgiendo a través de tan pocas palabras, muchas miradas y demasiados gestos. ¿Impunes todavía? No llegaría a creerlo ni por un segundo, ni por un octavo de la vigésima parte de un milisegundo. ¿Y qué hay de que te extraño? De que te extraño, te cuento, hay una cantidad por decir. O no tanto por decir, pero que hay una cantidad de eso llamado “extrañar”, seguro que sí. ¿Estás seguro? No te noto seguro, últimamente casi ni te noto. ¿Estás acá? Ahora tampoco puedo verte, ni sentirte, ni tocarte, ni siquiera olerte. ¿Tu perfume dónde está? ¿No está más? ¿Se esfumó? ¿Se acabó? ¿Ya está? ¿Se acabó¿ ¿Se terminó? No era mi intención que esto termine así, te lo juro, te prometo que... Te lo prometo. ¿Me creés? ¿Me entendés? ¿No entendés? ¿No entendés? ¿No querés? ¿Querés? ¿Me querés? ¿No me querés? ¿Me entendés, sí o no? ¡Yo no te entiendo a vos! ¿Me explicás? Yo sí quiero entender, y creer. Ay, y creer que tal vez hubo un tiempo en el que podía amanecer así de cerquita, tan cerquita, tan pero tan cerquita... Y ahora eso está tan lejos, y es además tan difícil. No, no: No me malinterpretes, no es por mí. Es por vos. O no es por vos... No sé si es por vos, o es por mi culpa. O las dos cosas, o ninguna, o no es.
Quiero un espacio ahí adentro. El problema acá, creo yo, es que no me gusta compartir, ni estar apretada por ninguna razón, ya sea porque es poco el espacio o porque es grande pero ya ocupado. Quiero ocupar todo tu espacio y respirar el mismo aire, quiero adentrarme y respirarte a vos sin necesidad de toxicidad de por medio, ni de rumores, ni de secretos, ni de terceros, ni de susurros. Bueno, en realidad, susurros puede ser. De hecho, sí, me gustarían un par de palabritas al oído, sólo nuestras, ¿Puede ser eso? ¿Es posible, es eso posible? Quiero posibilidades y probabilidades. No, no hablo de exactitud, hablo de algo sin nombre, ya que vos preferís que nada tenga nombre. No te gusta que las cosas tengan un nombre, ¿No? ¿Y cómo harías para decir “mesa” si la mesa no tuviera un nombre? ¿Cómo harías? No te gustan que las cosas tengan nombre, quién sabrá por qué. ¿Acaso no te gusta tu nombre? ¿Mi nombre? ¿Tengo un nombre para vos? ¿Existo? ¿Estoy ahí? ¿Estás ahí? Hola, ¿Estás ahí? Sí, te estoy hablando a vos, ¡A quién más, sino! Me podés responder. ¿Me podés responder? ¿Me querés responder? ¿Estás ahí? ¿Me querés responder? ¿Me querés? ¿Me querés explicar? ¿Me explicás? ¡Explicame, no entiendo! Dale, explicame, ¿Sí? ¿No? ¿Blanco? ¿Negro? ¿Té? ¿Café? ¿Con azúcar o amargo? Los prefiero dulces yo, gracias por preguntar igual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay ay ay, dando vueltas sin pensar. Como Te Amo Cristina de mi Corazón. Me lo leí todo, comparto muchas oraciones, muchas preguntas. Necesito sentarme con vos y poder hablarrr, hace muchísimo qe no lo hacemos, te extraño chala.