miércoles, 24 de diciembre de 2008

Ciénagas


Duele unirse sin querer, o queriendo mucho sin ser querida. Duele sentirse así, y no poder evitarlo ni cambiarlo. Duelen los estanques.
Veo el agua tan pacífica y veo cómo una piedrita que arrojo lo perturba por completo, , sin poder comprenderlo. Duele verte pasar notando que ni desviás la mirada. Duele no verte caminando ni riendo, sólo cambiando. De color, de textura: Tu perfume nunca cambia aunque se haya ido. Tus ojos se mantienen, pero ya no puedo sentirlos descansando al lado mío, ni tocando mis delirios. Tu estado y tu posición se mantienen alejados. Uno, dos, siete treinta y dos. Las horas. Mis horas. Siguen, y yo sigo contando. Mil, más de mil.
Sigo viendo. Dejo de ver, sólo te miro.
Quiere entenderte, y detesto la lejanía, la vejez y el olvido que no llega. Nunca llega. Nunca se va al vacío. Nunca se va el vacío. Vacío mi corazón.
Conozco la penumbra y cada sombra. De tu cuerpo no hay nada que yo ya no conozca. Te veo y reconozco tus pestañas refinadas y tu sed de más y más, que resta el amor que nunca me diste, ni hubo ni existió, ni pudo haberlo hecho. Amor prohibido por el sepulcro. Por mi entierro y mi pared de ladrillos construida de pedazos de pasado.
Siento tu presencia y siento... Tus manos tocándome: Nunca hubo cielo mejor, ni tan lejano, ni tan vacío, tan lleno de nada.
Tus silencios me completan, tu hastío me vacía, tu tacto es la red, tu presencia es la caída, y tus palabras son la energía para dar el salto desde el borde del precipicio al ser tan falsas y lejanas.
Extraño tus palabras y lo que nunca fue mío.
Desde esas comisuras entiendo mi pasado y reflexiono: Veo el estanque dentro de mí, con orillas de arena. Desnuda y descalza penetro en él, sólo para refrescarme. Quiero buscar la piedrita que arrojé quizás en un arrebato de inconciencia y destruirla, pero despierto de la parálisis al estanque, sus bordes se alejan y me cubren sus manchas de sangre galopante, hundiendo todas mis ambigüedades hasta sumergir también mi cuerpo en él.
¡Me ahogo, me ahogo! Me ahogo en tu superficie brutal, y también en tu profundidad.

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